Por Noah Harrison.
En la sociedad en la que vivimos hoy en día es bastante difícil mantenerse completamente desafectado de las redes sociales. El fenómeno de la viralidad, los titulares sensacionalistas, e incluso nosotros mismos nos vemos inmersos en la teatralidad que el mundo virtual nos impone al participar en el. Como era de esperarse con el anuncio y subsecuente desarrollo de una película basada en uno de los villanos más infames del multiverso, el discurso en las plataformas empezó mucho antes de la película. De cierta forma esto pudo haber nublado la percepción de la audiencia, incluyéndome. Por esta razón, decidí tomarme un tiempo para escuchar críticas, elogios, ver la película un par de veces más y luego escribir esta reseña. Ninguna crítica es 100% objetiva, las reseñas y las películas siempre cargan con el bagaje emocional, social y cultural que lleva cada espectador a la sala. Creo que es esto lo que causó que la recepción de Joker haya sido tan variada.
Joker es una crítica, no se sabe bien a quién, pero quiere que creas que es hacia la sociedad. Todd Phillips entrega una película extremadamente decente. No es ni una obra de arte ni tampoco una aberración. La dirección es acertada, con tomas bastante satisfactorias y visuales hermosamente logrados. Por primera vez una película de DC/Warner se gana el derecho de usar y abusar de una paleta de colores desteñidos, lúgubres. Sin embargo, en cuanto a contenido, Joker resulta más confusa que controvertida.
Arthur P. Fleck es un payaso profesional con varios problemas. En una ciudad sumida en la desidia, Arthur trata de mantenerse positivo a pesar de su condición y busca lograr su sueño: hacer reír a la gente. Con una performance impecable, Joaquín Phoenix logra hacernos sentir compasión por Arthur. Una víctima más del sistema, descartado por la sociedad por el pecado de ser diferente.
Pero Joker peca de ser muy evidente. Pareciese que Phillips no confía en la audiencia para leer subtextos, así que los vuelve explícitos. En una escena, la trabajadora social le comunica a Arthur que ya no va a seguir en tratamiento ni podrá seguir recibiendo sus medicamentos debido a recortes de presupuesto. Ese mensaje por si solo, conlleva la implicatura de que al sistema no le importan las personas como Arthur. No obstante, le sigue la frase “They don’t give a shit about you, they don’t give a shit about me either” (“A ellos les importas un carajo, y yo tampoco les importo un carajo”) que, en la sala del cine, sonó hasta cómica. Reafirmar con palabras lo que podemos ver, le resta gravedad a la escena. Además, me pareció una linea un tanto forzada. Desde el comienzo de la película vemos a la trabajadora social completamente desconectada. Por momentos ni siquiera escucha o comprende a Arthur. No se sintió real su rabia ni su crítica (para nada sutil) al sistema. Si el personaje hubiese sido más empático, si hubiese tratado de ayudar de verdad a Arthur, la historia sería otra. La escena podría haberse sentido genuina, con emociones reales. Pero a la vez, comprendo que si la misma hubiese demostrado empatía o compasión, entonces el mundo triste, horrible, indolente y oscuro de Arthur no hubiese sido “tan malo”.
Y este es un problema muy arraigado en Joker. Muchas de las decisiones en el libreto no se sienten genuinas. La historia alude a una frase de Alan Moore en The Killing Joke, que todos estamos a tan solo un mal día de volvernos locos. Pero, ¿fue un mal día lo que volvió loco a Arthur? ¿O su condición médica? ¿O la sociedad y su sistemática negligencia? Entiendo que Phillips trata de combinar estos elementos, ya que, nuevamente, no confía en su audiencia y hace al mismo Arthur escribir y decir en voz alta sus ideas.
El primer acto de la película, si bien un tanto lento, es interesante. Phoenix hace un tremendo trabajo inmiscuyéndose en la piel de de Arthur. Es un poco incómodo de presenciar, pero llega a lograr el objetivo de hacernos sentir compasión por Arthur. La película hace todo lo posible para mostrarnos una persona que realmente no encaja en el mundo debido a su torpeza social y su condición. Encarnar a una persona con una enfermedad mental es un trabajo difícil, y Joaquin Phoenix estuvo a la altura. Son los detalles los que de verdad me convencen, como Arthur sentado en un stand up y anotando las reacciones del público. Es pequeño, pero real.
Aun así, siento que el afán de Phillips no fue el de resaltar la vulnerabilidad ni los problemas de personas con condiciones similares a las del personaje de Arthur. Cuando las tomas se vuelven especialmente largas, enfocadas en aspectos físicos y la cruel respuesta del mundo ante la discapacidad de Arthur, necesito señalar que parece más acerca de morbo, no de representación ni de identificación. Como una persona que sufre de una enfermedad mental me sentí objetificada más que representada.
Ya adentrándonos un poco más en la película, me preocupa el carácter pasivo de Fleck. Para ser una historia acerca de un personaje, el mismo tiene poco y nada de agencia sobre el desarrollo de la historia. Ni los personajes secundarios ni el mismo protagonista toman decisiones que afecten al resultado final. Es como que desde el comienzo, el camino ya está trazado. Joker se pierde la oportunidad de desarrollar una historia compleja. Los personajes son pasivos, inertes, y se pierden en la historia que ya estaba en marcha y con destino marcado.
Y esto es un gran problema que podría solucionarse fácilmente. Dándole agencia a Arthur sobre sus decisiones. Y si bien Arthur toma algunas, como asesinar a los imbéciles del subte, ¿cómo se relaciona él con ese incidente? ¿Se siente presionado o aliviado? Por lo que vemos, Arthur es indiferente a la consecuencia de sus acciones. Es más, en cada ocasión posible el personaje nos dice que es apolítico, que no tiene un punto, que los asesinatos no significaron nada. Que el movimiento generado tampoco. Nada de lo que Arthur hace tiene una finalidad, más que llevar la historia al final prediseñado. ¿Por qué no darle a Arthur una motivación? Si Arthur hubiera abrazado el movimiento que creó, si hubiésemos visto algo, una chispa de pasión detrás prendiéndose y explotando con el final, la película hubiese sido mucho más satisfactoria.
Y es por eso que de verdad no concuerdo con la mayoría de las críticas que alaban el supuesto sentimiento anticapitalista; de crítica al sistema y a la sociedad de Joker. El tono es confuso. Para una película con el nombre del protagonista en el título, el protagonista no tiene motivaciones, metas. No tenemos idea de qué es lo que éste siente; que quiere, que busca. La película necesita constantemente repetirnos que Arthur busca ser un cómico. Phillips se esfuerza demasiado en demostrar su ecuación y tesis (una persona mentalmente inestable+una sociedad indolente=Un villano), que olvida darnos un personaje desarrollado de verdad. La sociedad y los personajes secundarios, Penny, Sophie, Thomas Wayne, todos son caricaturas. Unidimensionales, sin profundidad. Joaquín Phoenix logró que esta película sea satisfactoria en su propio mérito. Y no porque el resto del elenco no estuviese a la par, sino porque el guión así lo hizo. La película nos condujo, de la mano, a donde ella quería. No hubieron matices, conflictos reales, ni profundidad en la película. En todo momento nos tuvieron que prácticamente deletrear lo que estaba pasando. La crítica a la sociedad se siente vacía, un meme. “We live in a society” es un meme porque, al igual que Joker, no hay nada detrás de la crítica más que “esta sociedad es mala”. No plantea análisis, no plantea soluciones. Es una queja carente de significado.
Lo más disfrutable fue el tercer acto, en donde Arthur tiene la oportunidad de aparecer en el show de Murray. Tiene la oportunidad de cumplir su sueño, y lo hace con la sola intención de vengarse. Disfrutable porque fue un buen cambio en el ritmo de la película, la primera hora se sintieron como dos. Y disfrutable porque por fin vemos al protagonista planear y llevar a cabo algo con un objetivo. Aún así, parece un poco deshonesto que una persona como la que vimos durante la primera mitad de la película sea capaz de dar un discurso tan elocuente y conmovedor como lo hizo. Pero admito que disfruté un desenlace trágico como el momento en el que Arthur abraza su nueva identidad por completo.
La película termina con un final abierto, o al menos eso es lo que varias personas creen. Soy muy fan de las películas con finales ambiguos o que evoquen duda. Pero Joker no es una de ellas. Se siente como un truco barato. Nunca tuve el valor o las ganas de investigar si era verdad que Oliver Atom en realidad estaba en un hospital y no tenía piernas, y que Super Campeones fue solamente un sueño. Y no porque eso cambiaría mi percepción de la serie, sino porque al final del día, de verdad, no importa. No disminuye ni aumenta la calidad de la historia. Un final ambiguo debería exaltar elementos temáticos dentro de una película, abrir diálogo entre los aspectos más profundos de la narrativa, todos los subtextos y alegorías. No sirve para mejorar tu historia, o para eliminar la necesidad de un cierre concreto. En el caso de Super Campeones, las historias existieron, aunque en sueños. La tensión, las apuestas, el miedo, las lágrimas, los trofeos, todo existió y fue parte de una historia. Si fue un sueño o no, es irrelevante.
¿Dónde están estos elementos narrativos en Joker? ¿Existe un punto en contarnos que una persona con una enfermedad mental encerrada en un psiquiátrico está creando historias en su mente? Inclusive con un final concreto, que descarte la posibilidad de que la historia sea un sueño, una ilusión o mentira, tendría más sentido. Le daría credibilidad al concepto de narrador inestable. Desde el momento en el que la película nos presenta a Arthur entendemos que es una persona que no está en contacto con la realidad en un 100%. Cuando nos revela que su relación con Sophie era una imaginada, nos reafirma que no podemos confiar en su historia. Dejarnos con un final abierto, más que dejarme preguntándome si la historia fue real o no, me deja preguntándome el punto de la película en general. “Joker be crazy” es una tesis bastante aburrida, y no explora ningún aspecto del personaje más que “está loco!”. Es como abrir un paraguas para que si se señalan inconsistencias o problemas en la trama, los creadores puedan defenderse con “es que era todo un invento, no tiene porqué tener sentido”.
Joker no es una mala película, de verdad. Me animo a decir que su problema radica en sus ganas de ser otras películas. Los pocos elementos que de verdad funcionaron y me emocionaron los ví en Taxi Driver y King of Comedy. En su afán de evocar a Scorsese, Phillips olvidó de darle una voz propia a su película. Entretenida, un poco perturbadora pero más cómica por sus errores, tengo que admitir que me gustó más de lo que esperaba. Una película que se toma demasiado en serio y se hubiese beneficiado con seguir su propio consejo. Put on a smile, Todd Phillips!
Bonus cosas que IGUTO: La escena de los disturbios 10/10
Bonus plagueos: BASTA de matar a los Wayne. Por favor. Basta.
Calificación final: 6.5/10 Nymsis.