Hace ya bastante tiempo que vengo pensando en preparar un artículo sobre el reboot de la serie de los 80s, She-Ra. Creo que el empujón final lo dio hoy este artículo de Rolling Stones, que se siente como una validación final del ‘mainstream’ al fenómeno cultural que fue esta versión creada por Noelle Stevenson. Va mi carta de amor a She-Ra y las Princesas del Poder (SPOP).
SPOILERS: Ojo, que se vienen spoilers hasta el final de la serie; si no la viste aún, cae de maduro que tenés que irte a hacer una maratón para ayer.
She-Ra es una serie centrada en las relaciones entre los personajes, con el plot twist de que estas relaciones son queer y son protagónicas. No más insinuaciones, gestos que duran un segundo, queerbaiting, ni retcon: She-Ra finalmente logra darnos una historia romántica para todas las edades, en que el amor entre dos mujeres es el centro y motor del argumento. Con esta serie, Noelle Stevenson y Dreamworks nos entregan una protagonista lesbiana y personajes no binarios, bisexuales, queer. No contentes con esto, nos dan también el canon de mujeres felizmente casadas: las queridas “Spinettosa” se dan no uno sino dos (!) besos en cámara dentro de la serie, y aparecen en la introducción de la última temporada, nada más ni nada menos que ¡dándose otro beso!
She-Ra ya en su momento fue revolucionaria en los 80s por presentar a una heroína de acción y a varias mujeres como protagonistas de una historia. El reboot construye sobre esto y le saca el jugo a las múltiples dimensiones en que se pueden representar personajes femeninos dentro de posiciones de liderazgo. Si bien el show ya es protagonizado por una mujer blanca guerrera de tres metros de alto, líder mítica de Eteria y del universo, otros personajes femeninos son también poderosos y complejos en sus propias historias: la Reina Ángela; Mara; Glimmer y todas las princesas; Shadow Weaver; Huntara; y por supuesto, Catra.
Tenemos además el subtexto de Bow como un chico negro posiblemente trans, teoría que Stevenson no quiso canonizar a pesar de su entusiasmo porque no quería hacer “la gran J.K. Rowling”. De igual manera, todo esto no hace más que alimentar el hype de representación queer diversa que en el fandom de She-Ra devoramos con pasión. Es más, ¿para qué emocionarnos sólo con hipótesis, cuando tenemos un personaje no binario canon en la serie?
Cabe resaltar que la representación diversa no se limita a la comunidad LGBTI: una parte importante del show está compuesta de personajes protagónicos que son personas negras o de piel marrón, lo que añade una capa más a la naturalidad con que la diversidad se desenvuelve en la serie. Aún así, el equipo creativo y de producción es casi en su totalidad conformado por personas blancas, lo que nos da la pauta de que siempre tenemos la obligación de seguir siendo ser mejores y hacer de nuestra lucha una lucha interseccional.
Pero volviendo a la representación LGBTI+, ¿no tuvimos acaso ya relaciones queer y canon recientemente, en otras series animadas occidentales? Pues sí, pero todo esto es un proceso. Hace sólo seis años que obtuvimos por primera vez una escena final de dos mujeres enamoradas tomadas de la mano con La Leyenda de Korra. En esta serie, la relación entre Asami y Korra sólo se vuelve canon en las novelas gráficas posteriores a la versión para la televisión – aunque la temporada final hace muy evidente la atracción entre ambas. No fue hasta el 2018, cuatro años después, que Steven Universe nos dio la ceremonia de matrimonio de Garnet; y ese mismo año, Adventure Time nos dió un beso entre Marceline y la Princesa Bubblegum.
Pero ninguna de estas series pudo hacer lo que nos da SPOP: poner el amor entre dos mujeres como el centro de la historia. Todas estas series anteriores corrieron para que SPOP pudiera volar. La lección final de Mara a Adora, de una She-Ra a otra, es profundamente reveladora y muy conmovedora: “Vales más que lo que puedes dar a otras personas. También mereces amor”. Permitirse amar y ser amadas al borde del abismo y la destrucción fue la gran victoria de Catra y Adora como heroínas.
En un mundo en que la comunidad LGBTI+ sigue luchando porque se reconozcan sus derechos y se reconozca su valor intrínsenco como humanos, la discriminación y el rechazo pueden forzarnos a buscar nuestro valor propio en lo que hacemos o en lo que damos a los demás. Pero nosotres importamos más allá de lo que podemos ofrecer al mundo. Valemos porque existimos. Allí reside el poder queer que nos enseña esta serie. Por sobre todas las cosas, más allá de nuestros deberes, nuestros traumas, nuestros errores y aciertos… más allá de todo esto, nosotres como cualquier persona, merecemos amor.